¿Qué inspiro?
Llegamos a la vida de forma invasiva sin saber por qué ni para qué. Al abrir los ojos y regalar nuestro primer llanto, existe una familia que nos recibe, nos asiste y nos ampara. En esos primeros instantes emerge en nosotros los sentidos básicos como la escucha, el olfato, el tacto, el grito, el llanto, el mirar y, la lucha por subsistir, la conocida voluntad.
Con el pasar de los años y gracias a nuestros padres, aprendemos las diferencias claves entre el amor y el odio, lo bueno y lo malo, la alegría y la tristeza, el premio y la pena, el ganar o perder. Crecemos, y tanto en la niñez como en la adolescencia y juventud, conocemos nuevas experiencias en donde aprendemos sobre el éxito, el fracaso, el enamoramiento, el desamor, el apego, la desilusión, el empleo, el desempleo, pero en ningún momento aprendemos la noción del sentido de paz y libertad, un sentir que no está relacionado ni con la fama ni con el dinero, más sino, con la calma.